La tercera revelación describe nuestra visión del universo como una energía dinámica. Al mirar el mundo que nos rodea, ya no podemos pensar que todo está compuesto de sustancia material, a excepción de los que se dicen ateos. A partir de los numerosos hallazgos de la física moderna, la creciente síntesis con que nos vamos dando cuenta los occidentales de la sabiduría del viejo Oriente, llegamos a conocer al universo como un inmenso campo de energía, un mundo cuántico al decir de mi hijo Iván, donde todos los fenómenos están conectados y sensibilizados, sumado ésto a la sabiduría del pensamiento oriental, sabemos que nosotros mismos podemos acceder a esa energía universal, podemos proyectarla hacia afuera, simplemente como he escrito en mis numerosos artículos con nuestros pensamientos e intenciones, influyendo sobre nuestra propia realidad y modificando el contexto de la realidad de los otros.