Hoy día, en los mercados financieros hay margen para realizar hasta 40.000 operaciones en lo que usted tarda en cerrar y abrir sus ojos. La intermediación en las Bolsas es cada vez menos humana. Los autómatas están ganando la partida a las personas.
El uso de potentes ordenadores basados en programas algorítmicos permite escupir miles de órdenes de compra y venta en micro segundos. Este tipo de estrategia se conoce con el nombre castellano de “negociación de alta frecuencia”.
Los robots-inversores no tienen la culpa del desplome de las Bolsas ni del aumento de la prima de riesgo de España.
A las máquinas solo les interesa la velocidad. Pasan olímpicamente de los fundamentales económicos. Son como los pistoleros del Lejano Oeste: gana el más rápido en desenfundar. Sus operaciones duran un suspiro y, por tanto, no generan tendencia alguna en el mercado, ni alcista ni bajista. Aspiran a hacer dinero en cualquier contexto.
Los economistas ya no son la aristocracia del parqué. Matemáticos, físicos, ingenieros o incluso músicos han desembarcado en bancos de inversión, brókeres y operadores de maquinas. Tienen una misión: desarrollar algoritmos que permitan realizar estrategias de inversión convencionales (arbitraje, contrapartida o creación de mercado, inversión intradía, detección de correlaciones en el precio de los activos...), pero a mucha más velocidad gracias a los avances tecnológicos.
Sus programas son como cajas negras. Alto secreto. Están pensados para que operen con total autonomía. Para ellos, la intervención del hombre es un lastre, una tortuga en un mundo de liebres. Intentan dar con la fórmula matemática capaz de batir al mercado. No aspiran a dar el pelotazo inmediato. Con cada movimiento, su objetivo es ganar 0,001 euros. Parece una meta de rentabilidad modesta, ¿no? Multipliquen esta cantidad por miles de operaciones por minuto, ocho horas al día, cinco días a la semana, 52 semanas al año... Un martillo pilón con el que hacer dinero si se acierta con el modelo.
Gobiernos y supervisores quieren poner coto a las máquinas. La industria, con sus potentes
lobbies,se resiste con uñas y dientes.
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El debate toma cuerpo de forma paralela al crecimiento casi exponencial de estas estrategias. Las míticas chaquetas azules de los operadores en el parqué de la Bolsa de Nueva York han quedado poco más que para atrezo en la conexión en directo de la CNN. La inmensa mayoría de las operaciones bursátiles en EE UU tiene su origen a cientos de kilómetros de Wall Street, en localidades como Chicago, Kansas City o Austin, donde están las máquinas de brókeres especializados en HFT como Getco, Tradebot y RGM Advisors, respectivamente. Son firmas desconocidas para el gran público, pero que de forma individual pueden acaparar hasta el 10% del volumen diario de negociación de las acciones de todas las compañías cotizadas en EE UU. Tabb Group calcula que el beneficio conjunto de las firmas que hacen HFT en EE UU fue de 5.700 millones de dólares en 2010.
La vida media de un algoritmo de HFT puede medirse a menudo en semanas. "Cada día de negociación, nuestros algoritmos analizan los datos del mercado y envían millones de órdenes. Estas órdenes a menudo estrechan el diferencial entre el precio de la oferta y el de la demanda, lo que beneficia a los inversores a largo plazo. Cuando los datos del mercado cambian, nuestros sistemas recalculan el precio al que estamos dispuestos a comprar o vender y ajustan nuestras órdenes en milisegundos", señala Tradebot System en su página web. Este bróker califica a sus algoritmos de "extremadamente eficientes" y dice que operan con finísimos márgenes de beneficios.
La velocidad media en la ejecución de una orden en la Bolsa de Nueva York ha caído desde 20 segundos hace una década a solo un segundo actualmente. Semejante acelerón ha dado la vuelta como si de un calcetín se tratase al mantra de la inversión a largo plazo: al final de la II Guerra Mundial, un inversor estadounidense compraba acciones y las mantenía de media cuatro años en su cartera antes de venderlas; al finalizar el siglo XX, el periodo de tenencia había descendido a tan solo ocho meses, y en 2008 la posesión se había reducido a dos meses, según datos de la Federación Mundial de Bolsas.
La tecnología ha parido estos robots-inversores ultrarrápidos de forma paralela a una ola de desregulación en los principales mercados occidentales. En las últimas décadas, tanto en EE UU como en la Unión Europea se aprobaron sendas legislaciones (National Market System y MiFID, respectivamente) cuyo principal objetivo era impulsar la competencia. En pocos años, el monopolio que habían mantenido las Bolsas tradicionales durante más de 200 años saltaba por los aires. La llegada de nuevos actores como las conocidas como plataformas alternativas de contratación (Chi-X, Turquoise, BATS...) promovidas por los grandes bancos de inversión ha roto la baraja. Si la Bolsa de Nueva York acaparaba el 80% del volumen total de negociación de acciones en EE UU en 2005, ahora solo tiene el 24%. En Reino Unido, la cuota de mercado de la London Stock Exchange ha caído de dos tercios en 2008 a solo un tercio hoy día.
El pulso por ver quién es más rápido lleva a los inversores de HFT a pelear el último picosegundo. Y una forma de lograrlo es limitar la distancia física. A menor distancia entre el cable de la máquina y la plataforma de negociación, más veloz será la operación. Cada 100 millas (160 kilómetros) de distancia podrían añadir un milisegundo al tiempo estimado para la ejecución de la orden. Todo un mundo para estos
purasangre. Para solucionarlo, las firmas de HFT han empezado a ubicar sus máquinas tan cerca como físicamente es posible del servidor del mercado. Las Bolsas les cobran una comisión por hacerles un hueco en sus instalaciones -servicio conocido como
colocation- y todos contentos.
"Antes, estar informado significaba ser más listo que la media acerca del futuro de los fundamentales económicos. Esta situación, que se conoce como selección adversa, ha cambiado. En un mundo de alta velocidad, estar informado significa ver y actuar en el mercado antes que tus competidores. Hoy día, la clave es ser más rápido que los demás, no más listo. Estar desinformado es ser lento".
"Los HFT por sí solos no son malos porque en la mayoría de los casos proporcionan liquidez. El mercado real, su tendencia, lo siguen haciendo los inversores tradicionales", según Jorge Yzaguirre, director general de renta variable de BME. En su opinión, la obsesión por la velocidad terminará siendo una moda pasajera, ya que es una carrera sin fin en la que nada parece ser suficiente. Yzaguirre cree que el peligro no es el HFT, sino las plataformas alternativas (competidores de BME). "El riesgo es que nos instalemos en una situación en la que para los operadores de HFT todo sea gratis. Algunas plataformas trabajan con ellos a pérdidas, pagándoles para que dirijan sus órdenes hacia ellas. Les malacostumbramos, abriéndoles los libros de órdenes, y cada vez nos piden más. Tenemos que compartir los costes reales del HFT porque si no los acabarán costeando los inversores finales", denuncia.
El pasado 20 de octubre, la Comisión Europea presentó algunas propuestas de revisión de la directiva relativa a los mercados de instrumentos financieros (MiFID). La finalidad de estas propuestas, entre las que se encuentran varias que afectan al HFT, es lograr unos mercados financieros más eficientes, resistentes y transparentes, y reforzar la protección de los inversores. "Los mercados financieros están para servir a la economía real y no al contrario", argumentó Michel Barnier, comisario de Mercado Interior durante la presentación de las medidas.
La MiFID actualizada introduce nuevas salvaguardas para las actividades de negociación algorítmica y de alta frecuencia, ya que plantean "posibles riesgos sistémicos". Estas salvaguardas exigen que todos los operadores que realicen actividades de negociación algorítmica estén debidamente regulados. También se les exigirá mayores medidas de control interno, que negocien de forma continuada para reducir la volatilidad, habrá cierta supervisión sobre sus estrategias y deberán establecer los mecanismos necesarios para detener la negociación en caso de movimientos extremos en los precios. La propuesta de la Comisión debe superar todavía el debate en el Parlamento y en el Consejo antes de su adopción. La batalla, pues, no ha hecho sino empezar en Bruselas.
Los mercados están a años luz de las conversaciones de los
coffee shops europeos en el siglo XVII y de los ruidosos parqués de negociación en las Bolsas de los siglos XVIII, XIX y XX. El futuro ya está aquí y uno de los que mejor han definido el nuevo ecosistema es Mark Cuban, dueño de los Dallas Mavericks de la NBA y veterano inversor: "Wall Street es ahora un juego matemático de ajedrez a gran escala donde las compañías cotizadas son solo peones".
Cuando la máquina decide
El 6 de mayo de 2010 no fue un día cualquiera para Wall Street. La liquidez se evaporó. El pánico condujo a la histeria. El valor de las acciones de algunas compañías cayó a solo un centavo. En pocos minutos se evaporaron 862.000 millones de dólares de la capitalización del Standard & Poor's 500. Afortunadamente, la recuperación fue casi igual de rápida que el desplome y el balance final de la sesión para el índice fue una caída de
solo el 3,2%. Los estadounidenses bautizaron esa jornada de locos como el
flash crash.La SEC, el supervisor bursátil de Estados Unidos, abrió una investigación sobre lo sucedido. El informe final, sin llegar a conclusiones definitivas, sí apuntó a la proliferación del
High Frequency Trading y al abuso de la gestión automatizada de órdenes algorítmicas (sin la intervención de un humano) como factores que contribuyen a explicar lo que sucedió en esa sesión de infarto.
"Una lección clave es que bajo condiciones de estrés en el mercado, la ejecución automatizada de órdenes de venta a gran escala puede disparar los movimientos extremos en el precio de los activos, especialmente si esa ejecución algorítmica de órdenes no tiene en cuenta los precios", reconoce la SEC. Tras la experiencia, EE UU introdujo los denominados cortafuegos: cuando un valor sufre un movimiento anómalo se suspende la negociación y entra en una fase de subasta. Esta herramienta ya lleva muchos años implantada en las Bolsas europeas. -
Dr Jordi Martínez Becerro. Barcelona.
Con datos e investigaciones propias y de Alpamart Corp-
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